lunes, 17 de mayo de 2010

EL CORRAL DE COMEDIAS



El espacio en el que tenían lugar las representaciones teatrales barrocas es el corral de comedias.

En su origen el corral aprovechaba el espacio abierto entre dos casas, en cuyos patios se montaba un tablado, a manera de escenario. Con el tiempo, y siguiendo este esquema, se construyeron corrales propiamente dichos, como el que aún se puede admirar en Almagro. El escenario de los corrales era muy sencillo, prácticamente sin decorados, con puertas y ventanas que servían para la entrada y salida de los personajes.

El público masculino y femenino solía estar dividido. La mayor parte de los hombres seguía el espectáculo de pie, en el mismo patio: eran los mosqueteros, el público más alborotador y más temido por los autores, pues, si se lo proponían, podían hundir una representación. En la parte trasera y elevada estaba la cazuela, que era el lugar reservado para las mujeres. Como se trataba de patios de casa, había también ventanas y balcones privados que los propietarios alquilaban durante la representación a personas pertenecientes a la nobleza: eran los llamados aposentos.

Los corrales no eran ni mucho menos el lugar silencioso y respetado con el que hoy asociamos el teatro. Allí se solía gritar, se podía comer, entrar y salir a cada instante, interpelar a los actores, dirigirles burlas, piropos... Eran lugares de diversión bastante bulliciosos.

La escenografía fue, al principio, muy escasa. No había telón ni iluminación artificial (las representaciones tenían lugar a primera hora de la tarde), y todos los cambios se hacían a la vista del público. Poco a poco, los escenarios y la tramoya fueron complicándose.

Los actores y actrices compraban su vestuario y se lo ponían en todas las ocasiones incurriendo en frecuentes anacronismos. El vestido no tenía que ser apropiado sino que cuanto más lujoso mejor. Los comediantes solo cobraban los días de actuación y, por eso, pasaban muchos apuros y solían entramparse con el jefe de la compañía a quien pagaban a veces con los único que poseían: sus trajes

Los actores prestaban cuerpo y voz al personaje, sobre todo voz, en un tipo de teatro en el que se decía ir a “oír la comedia”. Los cómicos más célebres de la época fueron Cosme Pérez, llamado Juan Rana, Mariana de Borja y María Calderón, la Calderona, amante célebre de Felipe IV -con el que tuvo un hijo, Don Juan de Austria-.


En España, las mujeres tenían permitido actuar (aunque debían estar casadas), pero no ocurría lo mismo en otros países europeos en los que la profesión estaba tan mal vista que eran hombres disfrazados los que hacían los papeles femeninos. De hecho, al principio, los papeles femeninos en España, los representaban niños. Uno de los mitos con más éxito en el teatro de la época era el de la mujer vestida de hombre o la mujer varonil. Muchas comedias incluían escenas en las que las mujeres habían de travestirse para realizar hazañas de hombre: defender su honor, por ejemplo. Como puedes imaginar, esto daba lugar a situaciones equívocas y a enredos.


La consideración social de los actores y actrices nunca fue muy buena: los matrimonios y emparejamientos se hacían generalmente entre hombres y mujeres de la farándula, por lo que formaban un grupo un tanto al margen de la sociedad de su tiempo. De hecho, la Iglesia no permitía que fuesen enterrados en sagrado.



Aquí os dejo un pequeño vídeo explicativo



Igualmente os dejo una presentación para complementar todo lo anterior

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